viernes, 5 de agosto de 2011

La isla de ayer y de hoy.



Parece que el tiempo pasa muy rápido fuera de Cuba, desde que abandoné mi país definitivamente, siento que mi vida en apenas dos años ha cambiado en muchas cosas de una forma casi maratónica, mientras en la isla, según las palabras de mis padres a través del teléfono, la vida sigue igual, solo que con la existencia de nuevos cambios anunciados, convertidos en nuevas ilusiones que en poco tiempo se convertirán en nuevas frustraciones, la misma historia de siempre.
Desde allá dentro, el resto del mundo parece lóbrego  como cuando se observan las cosas a través de cristales oscuros, todo parece difícil e inaccesible, la esperanza se torna inalcanzable. Hoy entiendo que la desesperanza es el combustible que ha mantenido vivo el comunismo en Cuba, mantenernos a todos distantes de la realidad ha sido el método eficaz de los bárbaros para truncar aspiraciones y ansias de prosperidad que vayan más allá de lo permitido por un sistema donde el gobierno es el gran y único capitalista posible, donde el pueblo todo, trabaja para sustentar al estado única y exclusivamente, mientras la vida para el cubano común se torna cada día más difícil de llevar a cuestas, haciendo lo imposible por continuar subsistiendo hoy, sin saber si mañana tendremos sustento para resistir un día más.  
Cuando hoy la realidad de Cuba se conoce mejor que antes en todo el mundo, muchos desde afuera se preguntan por qué los cubanos han aguantado tanto tiempo el sistema que los somete, e inclusive por qué aún existen tantos simpatizantes del gobierno que asisten de forma multitudinaria a apoyar el gobierno dictatorial de los Castros.
Realmente es iluso hasta para los Castros y sus más cercanos lacayos, creer que cuentan con la simpatía de la mayoría abrumadora de los once millones de cubanos que viven en la isla, y tengo la enorme certeza de que ni ellos mismos se creen esa historia risible, al menos desde hace veinte años hasta el día de hoy. Cuando triunfó la revolución de Fidel Castro en Cuba, el 1° de enero de 1959, Cuba contaba con una población de aproximadamente seis millones de habitantes, antes de Castro,  bajo el control de una de las dictaduras más férreas y sangrientas de América Latina, impuesta ante la amenaza del posible triunfo de un partido de izquierda progresista, en la época: el Partido Ortodoxo con la figura de Fidel que hasta ese momento no se atrevía públicamente a admitir su enorme simpatía por el comunismo. Fueron atroces los crímenes cometidos bajo el control de la dictadura de Fulgencio Batista, miles de jóvenes fueron asesinados, entre ellos muchos universitarios miembros de la clase media que simpatizaban con el movimiento insurgente liderado por Castro desde las profundidades del oriente cubano.
 La onda de crímenes perpetrados por el gobierno, sumado a la situación precaria de la vida fuera de las principales ciudades del país en relación a salud, educación y pobreza, hizo que Fidel Castro y su ejército ganaran  el gran y decisivo apoyo del pueblo. La ayuda de los campesinos fue vital y para ello Fidel  les prometió la propiedad de las tierras que trabajaban en caso que el llegase al poder, y fue en ese momento que redactó la Reforma Agraria, que garantizaba para los campesinos la propiedad de sus tierras, con lo cual Castro consiguió el apoyo fiel de un campesinado que estaba ansioso de cambios favorables para él y su familia. Sin embargo ya desde mucho antes Fidel Castro se estaba convirtiendo en el camino a escoger para muchos, y eso fue gracias a lo que él mismo llamó Programa del Moncada, y que fue su alegato de autodefensa en el juicio al cual fue llevado tras el asalto a la fortaleza militar del mismo nombre. En dicho manifiesto Castro prometía además de garantizar la propiedad de tierras a los campesinos, resolver los problemas existentes en la salud, la educación, el hambre, la miseria, el desempleo, entre otros.
 Lo cierto es que con el triunfo revolucionario se abrió la esperanza a la vida de millones de cubanos y cubanas, los mayores avances se lograron en la educación y la salud y es precisamente en esos logros que los abuelos de la Cuba actual justifican su apoyo al sistema aún existente, pues se corresponden dichos logros con las expectativas que ellos tenían mientras vivieron en la Cuba pre-castrista. Pero la realidad es que los jóvenes  y todos los que crecieron dentro de la Cuba de Castro cuentan con una visión bien diferente de la realidad, ellos son hoy la masa mayoritaria de la sociedad cubana, ellos no son los jóvenes de antes del 59 carentes de accesibilidad a servicios de salud y educación, las generaciones actuales tienen la convicción de que contar con lo poco de positivo que tienen hoy en su sociedad no tiene que significar necesariamente renunciar soñar con otras cosas, el cubano de hoy sabe y entiende que sus expectativas y aspiraciones son diferentes a las aspiraciones que pudo tener su antepasado hace cincuenta años atrás, lo que es un resultado inherente a la evolución del pensamiento humano. De ahí se deriva, que el apoyo y la simpatía con la que contaba el proceso castrista ha cambiado mucho desde las primeras décadas de la revolución, donde el discurso nacionalista de un líder hegemónico era realmente sentido dentro de una sociedad obrera recién nacida.
Sin embargo ese sentimiento búsqueda y proclamación por nuevos cambios se ven opacados por una conducta social de doble moral a la que se ha visto obligada a asumir la población cubana, donde todas las esferas de la vida han sido politizada y el compromiso público con los ideales de una decadente revolución, es una necesidad de supervivencia hasta en las aspectos más elementales, dígase tener acceso a un empleo, o a una carrera universitaria, tanto así, que constituye una pregunta obligatoria siempre que se entra en cualquier proceso de selección si se es miembro o no de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) o del Partido Comunista de Cuba.
 El PCC controla todo a todos los niveles, en cualquier escuela, centro de trabajo, fábricas, hospitales y hasta en los barrios está de modo invariable la presencia injerencista del partido único; desde que eres estudiante comienzas a ser objeto de asedio de la UJC para que formes parte de la organización, si te niegas abiertamente mostrando desafecto por la política desde ya eres considerado un disidente o contrario al sistema, lo que te cerrará las puertas a partir de ese momento a posibilidades que como “buen ciudadano” podrías tener, de lo contrario si no aceptas alegando que aún no te sientes preparado para asumir tal responsabilidad, continuará el asedio hasta que llegues a la edad de 30 años, cuando el PCC se encargará de intentar lograr lo que hasta ese momento no fue posible. Si llegas a ser miembro de algunas de estas organizaciones, ya vencido por la insistencia, ya para no ser frustrado en tu vida profesional o laboral, serás a partir de ese momento testigo fiel y partícipe de la enorme montañas de mentiras e hipocresías que sostienen el sistema, tanto así, que llegará el momento en que te preguntas si el resto de las personas que están dentro de aquello realmente se creen tanta farsa o si al igual que tú se hacen la misma pregunta, o simplemente están convencidos de que todo no pasa de ser una gigantesca  caterva  de engaños que son necesarios para mantener vivo algo que dejó de tener sentido y que se transfigura en varios nombres: Fidel Castro, comunismo, socialismo, revolución. Para sobrevivir dentro del sistema, todos nos hacemos partícipes de una gran mentira, mostrando ante el mundo simpatía al sistema  asistiendo a las concentraciones convocadas por el gobierno, dígase “1° de mayo”, “26 de julio”, mostrando  carteles de “Viva Fidel” y “Viva la Revolución” cuando en realidad todos son presionado en sus centros de trabajo y estudio a asistir a dichas congregaciones, so pena de perder el salario del día.
Por el otro lado están los más valerosos, los corajudos, los que se han decido aún bajo duras amenazas a combatir el régimen, y que cada día son más numerosos, muchos han sido encarcelados y liberados al cabo de años tras fuertes presiones internas y principalmente de la comunidad internacional, y aún así cada día se perciben nuevas muestras de una sociedad cubana que demanda cambios, mas la mayor parte del pueblo cubano observa pasivamente a los más valerosos que han decidido enfrentar el sistema dictatorial, aunque por dentro esa gran mayoría se siente también cansada, asfixiada, engañada día tras día por un sistema ahoga en la desesperanza a su propio pueblo.  
Hoy el sistema instaurado por Castro ya no es más la esperanza de un pueblo que más de cincuenta años atrás pedía a gritos cambios, los cubanos de hoy sienten que viven dentro de un sistema que no acompaña sus deseos y expectativas, la sociedad cubana de hoy siente profundamente, en su inmensa mayoría, que mantener una ideología, no es razón lo suficientemente fuerte que justifique el continuar viviendo con el desaliento con el que vive el cubano de estos días, sin posibilidad de escoger su propio futuro y viviendo el presente sin confianza en el mañana.